Daniel Mordzinski expone 180 retratos de autores iberoamericanos
Tomado de: www.elpais.com
Por: WINSTON MANRIQUE SABOGAL - Madrid - 19/07/2008
Click... click... y cuando Javier Cercas se da cuenta está en mitad de su piscina portátil en Gerona, con el agua a las rodillas y leyendo un Hamlet. Fue lo único que puso de su parte para la foto en que lo inmortalizó Daniel Mordzinski. El autor de Soldados de Salamina no supo en qué momento el fotógrafo argentino lo embaucó e hizo que él solito se metiera en la piscina entre risas y bromas. "Mordzinski tiene la ventaja de ser muy cordial", cuenta Cercas, "su conversación fluye de manera natural sobre literatura y otras cosas. No te fuerza a nada y cuando te das cuenta te estás prestando a fotos impensables".
A fotos literarias. A retratos que complementan la vida del escritor y su obra. A imágenes que son punto de partida o final de una historia por contar donde el escritor es el protagonista. Como se aprecia en la exposición de la Casa de América de Madrid: Daniel Mordzinski. Fotógrafo entre escritores, una antología de 30 años de trabajo y 180 retratos expuesta hasta el 7 de septiembre.
Poetas, narradores y ensayistas españoles, portugueses y latinoamericanos que han construido parte de la historia de la literatura de las últimas tres décadas están allí, en su casa o en la calle, vestidos o desnudos, pero siempre descubriéndose a sí mismos.
Aunque Mordzinski (nacido en 1960) no recuerda el momento exacto en que empezó este proyecto fotoliterario, sabe que fue hace 30 años, en Buenos Aires, la ciudad donde nació y se formó literaria y sentimentalmente: "Daba mis primeros pasos en el cine y asistí al rodaje que iba a hacer el mismísimo Borges en San Telmo; hice una serie de fotos que durante algún tiempo no supe interpretar. Un día releí mi trabajo y descubrí que tenía una pista para andar ese camino de cómplice de la literatura. Eran tres pasiones que luchaban por mi corazón: la fotografía, el cine y la literatura. Pero lo que sí me hubiera gustado hacer es cine. Convengamos entonces que la fotografía fue el fruto de una noche de amor entre el azar y la necesidad".
Un arreglo con el destino para crear un pasadizo al universo de los escritores y la literatura con fotografías narrativas.
Jorge Amado, sentado y despojado sus pies de sus chanclas de verano, o Álvaro Mutis, acostado en una playa a la sombra de una roca, o Roberto Bolaño, casi mimetizado entre la vegetación. Imágenes de escritores que "son en verdad una interpretación profunda y respetuosa de su personalidad tal como aparece reflejada en sus rasgos, semblante y expresiones", escribe Mario Vargas Llosa en el catálogo donde él aparece con las manos juntas sobre su cara (¿orando?).
Gabriel García Márquez, de pie sobre unas rocas y visto desde abajo, con un faro que asoma al fondo, o Ana María Matute, sentada en un salón iluminado por la luz que se filtra por los huequecillos de la persiana.
La complicidad que establece con los autores se debe, en parte, según Luis Sepúlveda, a que él lee las obras de sus fotografiados. El autor de Un viejo que leía novelas de amor cree que ahí está parte del poder de seducción del artista argentino, capaz de convencer a alguien como él de ponerse en medio de un gran rebaño de ovejas asomando sólo su cabeza. "Recupera la lúdica del trabajo y la existencia. Sabe que tu imagen va a hablar mucho de ti".
Para Daniel Mordzinski "se trata de alcanzar la zona franca, el estado de gracia en que puedes hacer una buena foto y no el clásico retrato de compromiso. Si en mi trabajo hay una compensación es que las fotos tienen una dimensión personal. Propongo una aventura divertida, rápida, respetuosa, digna y segura".
¿Y cómo sería un autorretrato mordzinskiano? "Sin cámara, sentado en un café, vestido de blanco, viendo la gente pasar, con toda la calma del mundo, conjuradas las prisas y las preocupaciones... ¡Como en un negativo fotográfico!".
A fotos literarias. A retratos que complementan la vida del escritor y su obra. A imágenes que son punto de partida o final de una historia por contar donde el escritor es el protagonista. Como se aprecia en la exposición de la Casa de América de Madrid: Daniel Mordzinski. Fotógrafo entre escritores, una antología de 30 años de trabajo y 180 retratos expuesta hasta el 7 de septiembre.
Poetas, narradores y ensayistas españoles, portugueses y latinoamericanos que han construido parte de la historia de la literatura de las últimas tres décadas están allí, en su casa o en la calle, vestidos o desnudos, pero siempre descubriéndose a sí mismos.
Aunque Mordzinski (nacido en 1960) no recuerda el momento exacto en que empezó este proyecto fotoliterario, sabe que fue hace 30 años, en Buenos Aires, la ciudad donde nació y se formó literaria y sentimentalmente: "Daba mis primeros pasos en el cine y asistí al rodaje que iba a hacer el mismísimo Borges en San Telmo; hice una serie de fotos que durante algún tiempo no supe interpretar. Un día releí mi trabajo y descubrí que tenía una pista para andar ese camino de cómplice de la literatura. Eran tres pasiones que luchaban por mi corazón: la fotografía, el cine y la literatura. Pero lo que sí me hubiera gustado hacer es cine. Convengamos entonces que la fotografía fue el fruto de una noche de amor entre el azar y la necesidad".
Un arreglo con el destino para crear un pasadizo al universo de los escritores y la literatura con fotografías narrativas.
Jorge Amado, sentado y despojado sus pies de sus chanclas de verano, o Álvaro Mutis, acostado en una playa a la sombra de una roca, o Roberto Bolaño, casi mimetizado entre la vegetación. Imágenes de escritores que "son en verdad una interpretación profunda y respetuosa de su personalidad tal como aparece reflejada en sus rasgos, semblante y expresiones", escribe Mario Vargas Llosa en el catálogo donde él aparece con las manos juntas sobre su cara (¿orando?).
Gabriel García Márquez, de pie sobre unas rocas y visto desde abajo, con un faro que asoma al fondo, o Ana María Matute, sentada en un salón iluminado por la luz que se filtra por los huequecillos de la persiana.
La complicidad que establece con los autores se debe, en parte, según Luis Sepúlveda, a que él lee las obras de sus fotografiados. El autor de Un viejo que leía novelas de amor cree que ahí está parte del poder de seducción del artista argentino, capaz de convencer a alguien como él de ponerse en medio de un gran rebaño de ovejas asomando sólo su cabeza. "Recupera la lúdica del trabajo y la existencia. Sabe que tu imagen va a hablar mucho de ti".
Para Daniel Mordzinski "se trata de alcanzar la zona franca, el estado de gracia en que puedes hacer una buena foto y no el clásico retrato de compromiso. Si en mi trabajo hay una compensación es que las fotos tienen una dimensión personal. Propongo una aventura divertida, rápida, respetuosa, digna y segura".
¿Y cómo sería un autorretrato mordzinskiano? "Sin cámara, sentado en un café, vestido de blanco, viendo la gente pasar, con toda la calma del mundo, conjuradas las prisas y las preocupaciones... ¡Como en un negativo fotográfico!".
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